Reflexión sobre el paisaje.

“En la doctrina ecogeográfica conviene destacar varios aspectos que interesan a los temas paisajísticos y territoriales en general: En primer lugar es importante olvidar esa supuesta separación existente -para algunos- entre la naturaleza y el hombre. ‘El hombre, al igual que los restantes seres vivos, es un elemento de la naturaleza, a la cual está unido por múltiples vínculos de interdependencia’ (…).” (Tricart y Kilian 1982, citados por Cancer, 1994).

El paisaje es y ha sido un tema de representación muy común desde mediados del siglo XVII. Muchos artistas han tomado como una simple tarea obligatoria el hacer un paisaje, mientras que otros han querido y podido profundizar en este tema. Por la misma razón de que para muchos es como un ejercicio, no le dan la importancia suficiente a la reflexión previa antes de empezar a retratar algún paisaje y terminan cayendo en los ámbitos más convencionales de éste.

Los paisajistas suelen tener ciertas constantes; desde el tipo de lugar que escogen, la hora del día, la paleta, etc. Uno de los primeros en “salirse del huacal”, (aunque no es de mi agrado por el grado de teatralidad -desde mi punto de vista erróneamente leído como abstracción- que propone en sus obras más representativas), fue el inglés del siglo XIX William Turner, que logró algunos juegos interesantes en su paleta y figuras aunque termina por llevar sus obras a lo que podría considerar como una fórmula.

Los románticos le dieron un valor especial al paisaje, el caso de Friedrich (siglo XIX) es un buen ejemplo de esto ya que propone a la naturaleza con una superioridad mucho mayor a la de cualquier creación humana. Él decía que necesitaba rendirse ante lo que lo rodea para así poderse unir a eso que lo rodea.

Para mi, una buena obra de paisaje es cuando se logra transmitir algo de esta relación que se genera entre el representante y lo representado. Según Deleuze (y otros filósofos), existe una conexión entre el artista y el motivo que va a representar, cuando el artista logra “salirse de si” para entablar esta conexión; es cuando logra llevar al lienzo algo de ese motivo, y eso junto con otros aspectos (principalmente técnicos), es lo que genera fuerza en alguna obra paisajística.

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